Un día cualquiera del trabajador precario:
7:00h Suena el despertador ¿Porque hay que ir a trabajar en turno de mañana? No. En realidad no tienes contrato para hoy, pero “debes” madrugar y tener encendido el móvil desde unos minutos antes de las 8:00, por si hay una llamada de última hora desde Recursos Humanos y tienes que salir corriendo hacia algún Centro de Salud… Eso si no quieres salir corriendo sin siquiera haber desayunado… Vida saludable…
Desayunas medio dormido, sin dejar de mirar el móvil, con cuidado de no acabar untando este en el café en lugar de las galletas. Se acercan las 8:00h y nada. Un hormigueo aparece en tu estómago. Te duchas y tienes todo preparado. Por si acaso. Aunque quizá no trabajes en todo el día…
7:50h Empiezas a asumir que va a ser que no… Pero no quitas la mirada del móvil. No sabes si quedarte cerca de la puerta… o volverte a la cama…
8:10h Se enciende la pantalla del móvil, y empieza a sonar…! Es un número largo… Por favor, que no sea muy lejos…
8:20h Te acabas de vestir, agarras el maletín, y sales corriendo mientras piensas en cómo llegar lo antes posible a tu “lugar de trabajo”… Metro? Autobús? Coche? Piernas?
8:50h Qué suerte que no te quedaba demasiado lejos…! Entras en el Centro de Salud a toda velocidad. Se forman remolinos de aire a tu alrededor. Los pacientes se amontonan frente al mostrador del AAC, pero logras abrirte paso y llamar la atención de uno de los administrativos. Con un resuello le explicas que eres “el sustituto”
“¿Tienes clave?” “Pues no… no creo…”
No está disponible el que puede dártela. Mientras alguien lo consigue, te dan una llave de la consulta y te explican dónde está.
9:00h Avanzas por el pasillo y llegas a la consulta. Abres la puerta sintiendo en tu espalda cómo se clavan las miradas de los pacientes que estaban citados desde las 8:20h. Explicas que no está su médico, que eres el sustituto, al que acaban de avisar, y que los comenzarás a llamar en breve
Enciendes el ordenador. Mientras, vas poniéndote la bata y buscando con la mirada dónde está el otoscopio, los depresores, los conos, las analíticas, el tensiómetro… Vas enumerando todo lo que no encuentras. El ritmo te lo marcan los latidos de tu corazón, y la mala leche que se te va poniendo…
9:05h El ordenador al fin se ha encendido, pero ni siquiera puedes acceder… No tienes los permisos…
Llamas al CAU… Te ponen en espera…
9:08h Por fin hablas con un informático… “Claro, al hacer un nuevo contrato” (¿¿¿Un nuevo contrato??? Llevas cerca de 50 y no es ni mitad de año…!!!) tienen que volver a “activarte”. Ahora lo hacen. Sólo tienes que volver a reiniciar en unos 5 minutos (otros 5 malditos minutos!!!) y todo listo!
Al fin puedes acceder a Osabide y a la agenda (observas con una media sonrisa que el médico al que sustituyes hoy tiene los pacientes citados cada 5 minutos, y que ya tienes un Aviso a Domicilio citado)
Te acercas a abrir la puerta y llamar al primero antes de que la derriben…
Como en los libros de “Elige tu propia aventura”, esta historia podía haber tomado otro rumbo si esa llamada no hubiera llegado a las 8:10h…
Una alternativa frecuente habría sido continuar la mañana con el teléfono cerca en todo momento… Haber comido a las 12:00h… (¿Porque entras a trabajar a la 1? No, que tú sepas… Pero todo puede ser y te puedes enterar a última hora…)… Y aún así que esa llamada no hubiese llegado.
Y así durante cada día, de meses, durante años…
Como dicen en las películas, esta historia está basada en hechos reales. En los de Gorka (los míos) y en los de mucha otra gente con nombre propio. Los de la mayoría de la gente de mi edad, pero también en los de gente que lleva unos cuantos años más atrapada en esta situación. Media vida.
Con frecuencia, cuando cuentas estas cosas, obtienes 2 tipos de respuestas. Una está entre la indignación y la incredulidad… “¿Así estáis los médicos? ¡Pero si estudiáis un montón de años!”
La otra, que a mí me duele aún más es la que lo normaliza / justifica / desdramatiza.
“Bueno, pero hay gente que está peor, al menos vas trabajando” “No nos podemos quejar que al menos tenemos trabajo” “En mi época también empezábamos así, todos hemos tenido que empezar así”
Quizá sea cierto todo esto (en buena parte lo es: hay gente que está peor –muchísimo peor-, al menos tenemos trabajo, y esto no es nuevo, también lo han vivido las generaciones anteriores). Pero… ¿esto justifica que deba seguir siendo así? ¿Debemos resignarnos a este sistema? ¿Hay alternativas? ¿Debemos luchar para que nosotros (o probablemente los que nos sucedan) tengan unas condiciones mejores?
¿De quién es responsabilidad esta situación? ¿Hemos asumido que “las cosas son así” y que ya nos tocará a nosotros “lo bueno”?
¿Cuánto de responsabilidad tenemos los propios trabajadores, con la asunción del sistema actual en el que toca esperar a cada uno su turno para adquirir el derecho a tener derechos? ¿Debemos resignarnos a este objetivo? ¿O es posible tener unos derechos mínimos aún no teniendo plaza en propiedad?
¿Hay alguna víctima más de este sistema de contratación? ¿Los pacientes? ¿Los compañeros? ¿Nuestras familias?
La precariedad ha dejado de ser una de las circunstancias del sistema… Para convertirse en el propio sistema.
Un porcentaje importante de los miembros de la Junta Directiva de Osatzen, somos precarios. El 100% de los organizadores de las Jornadas Osatzen 2016 lo somos.
Teníamos claro desde el principio que las dedicaríamos a reivindicar a los olvidados. Y habría sido imperdonable no hablar de los que lo están entre los profesionales. De esa realidad con la que convivimos, que asumimos, y de la que solo hablamos para quejarnos delante de un café o una caña.
Era hora de que fuese mesa central en unas Jornadas Osatzen. De que nos mirásemos todos a la cara (precarios y no precarios) y nos dijésemos si vamos a seguir así. Si dejaremos que lo arreglen los siguientes o marcaremos una línea en el suelo y gritaremos ¡basta!
Yo lo haré el próximo viernes 11, a las 16:30h en las Jornadas Osatzen 2016. Espero que me acompañéis.
PD: Hoy acaba el plazo de inscripción. Tienes suerte. Todavía estás a tiempo!
Habrá que inventarse una guarida,
no quiero timón en la deriva.
Cada cual que tome sus medidas.
Hay esperanza en la deriva.
Habrá que inventarse una salida.
Que el destino no nos tome las medidas.
Hay esperanza en la deriva.
La Deriva (Vetusta Morla)
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