El 7 de mayo, a los 14 meses de la irrupción de la pandemia, en una presentación al aire libre, vio la luz el Libro Blanco del Covid19 (https://covid19liburuzuria.eus/es/). Trece profesionales de diversos ámbitos han trabajado 175 propuestas para sacudir la situación del shock y la fatiga pandémica. Sanidad, economía, el ámbito social o educación, aportan propuestas desarrolladas en base a conocimiento basado en la evidencia y la reflexión. Mirando a la pandemia desde una visión multidisciplinar, el Libro Blando tiene como objetivo ser la semilla para la reflexión. Aunque quizá, es más apropiado decir sindemia ya que el virus SARS-CoV-2 no ha afectado de igual modo en el mundo, ni global ni en el nuestro. Las inequidades en salud y los determinantes sociales han repartido sus efectos de forma desigual.
En lo que respecta a la sociosanitaria, está claro que las reivindicaciones de antes de la pandemia han tomado más fuerza, las debilidades que presentaban (y presentan) tanto el sistema sanitario como el de cuidados han quedado más visibles que nunca. La sanidad pública recibe menos presupuesto económico que el recomendado por la Oragnizacion Mundial de la Salud (OMS). La Atención Primaria (AP) recibe un 14% mientras que debería ser un 20-25% y en el caso de Salud Pública recibe un 1,1% cuando debería ser un 2-3%.
La AP es la estructura que más cerca está de la población, lo que le hace ser la mejor directora del sistema sanitario. Actúa como puente entre la población, conocedora de la realidad de la comunidad y el segundo nivel. Hay que reforzar la comunicación entre los servicios sociales de base, el sistema educativo del sitio, con las asociaciones de jubilados y tercera edad así como otras asociaciones, para que el trabajo comunitario se haga en unas condiciones dignas. Más allá de una visión “hospitalocentrista”, biologicista e individualista, hay que diseñar programas para una vida saludable, con visión comunitaria (los cuidados, promover la actividad física, alimentación saludable, adicciones y consumos, la gestión de los malestares de la vida, etc), para trabajar en centros educativos, casas, centros de mayores.
Hay que conectar los cuidados o la atención sociosanitaria y el sistema sanitario, pero sin sanitarizar los cuidados. La pandemia ha dejado en evidencia la desconexión de ambos sistemas. Mientras que uno es competencia del Departamento de Salud, el otro es competencia de cada Diputación, cada uno con sus peculiaridades. Y en medio las trabajadoras, que han sufrido una sobrecarga laboral enorme bajo la lupa de los medios de comunicación, y los usuarios y sus familias, dejando a un lado sus derechos en ciertos momentos.
Hace falta equipos de trabajo en los centros de salud para definir protocolos basados en la evidencia científica, para tener una formación común y realizar estudios sobre los determinantes de la población del lugar. Para eso hace falta asegurar la estabilidad de la plantilla.
La vida ha dado un vuelco. Que sirva para mejorar el futuro, escuchando a las reivindicaciones de siempre y reflexionando sobre las medidas que se han tomado. No nos tropecemos en la misma piedra una y otra vez, entonces no le podremos echar la culpa al virus. ¡Acércate a la reflexión con el Libro Blanco del Covid19!
Lorea Larrañaga Azpiazu
Vocal de Investigación de Osatzen
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